Por: Yare Ávila
Cada vez que iba a Chichén Itzá no podía evitar caer en el asombro. Me ofrecía algo nuevo a pesar de haber recorrido el sitio decenas de veces. Y algo importante: recibía el mantenimiento adecuado, motivo por el cual sentía vida en el lugar.
Hace un año tuve la oportunidad de regresar a esa maravilla del mundo moderno. En esta ocasión la contrariedad reinaba: la belleza y el abandono. A sus nuevos habitantes poco les importaba. Los sacbés ya no eran tratados con respeto. Ahora se mezclaban en el camino personas interesadas en el patrimonio y ambulantes.
Este nuevo mercado maya no te ofrecían sal o cacao, ahora comercializaban con figuras de Marvel y Disney. Artesanías Aztecas y Mayas que se fusionaban y parían híbridos. Cajas de cartón, huacales y plásticos yacían a los costados, impidiendo respirar a la tierra sagrada.
El cenote donde se llevaban a cabo sacrificios, fue sacrificado.
Los turistas han sembrado el rumor de que esta zona arqueológica es sobrevalorada. ¿Y cómo no? Si a la entrada solo falta Mickey Mouse para darte la bienvenida.
Es deprimente ver algo tan bello, sin el cariño y la atención que merece. Pareciera que lo hacen a propósito para quitarle ese reconocimiento a nivel mundial (ya han amenazado con eso) y dárselo a otro. Las autoridades gubernamentales y el INAH se han ido de shopping durante años.
Ya no suena descabellado el chisme que corría hace tiempo sobre construir un parque de diversiones ahí mismo ( https://bit.ly/2pQN4zG).
Si vienes a visitar mi tierra, te pido perdón si al llegar a Chichén tienes las mismas sensaciones que yo; pero concéntrate en su increíble historia y evita a toda costa ver la barbarie que la rodea.
Pd: si necesitas comprar tus regalos de navidad, ya sabes dónde puedes adquirirlos.